An Maeyaert, brindó un Taller de Musicoterapia y presentó su libro titulado “El Derecho a ser oído”, cuenta la experiencia del taller de música que funciona en el centro de día de la Asociación Chicos y aborda el tema desde una perspectiva de derechos. Las actividades se desarrollaron en la “Primera Feria del Libro y la Cultura de la Frontera” que se viene desarrollando en el CEF Nº 22.
Nació en Bélgica, en una casa en donde se respiraba música. Llegó a la Argentina en 2002 en el marco de un intercambio internacional de voluntarios, luego volvió varias veces de vacaciones y en 2008 se quedó en Argentina definitivamente.
Desde entonces formó junto con dos compañeros —Patricio Raourich, psicólogo y percusionista y Pablo Pace, profesor de teatro— el taller de música en el centro de día. Por ese entonces daba clases en un secundario y rápidamente se dio cuenta de que trabajar con chicos en situación de calle era mucho más difícil de lo que imaginaba.
Así fue como empezó a estudiar musicoterapia y terminó la carrera con una tesis sobre el taller que ahora se publica en formato de libro. “El Derecho a ser oído. Una propuesta musical para con adolescentes en situación de calle”, que ahora es presentado en nuestra ciudad en este gran evento cultural.
An Maeyaert desde 2009 coordina el taller de música en el Centro de Día que funciona en la Asociación Chicos (Con Hondo Interés Comunitario Obramos Socialmente), donde cada día llegan adolescentes en situación de calle, encontrando un refugio para sus días convulsionados.
“La música es algo que sensibiliza, es una forma de poder llegar a lo más profundo, a lo más íntimo de una persona con un lenguaje que es muy universal. De la musicoterapia tomamos la música como sonidos con improvisación libre, donde cada uno toca el instrumento como puede, lo que salga, sabiendo que todos podemos crear un sonido. Es un lenguaje en donde desaparecen todas las reglas a diferencia de lo que sucede en el lenguaje verbal. Estos adolescentes, que tienen una escolarización parcial o casi nula, con condiciones de salud que no son las mejores, que tienen todos los prejuicios sociales pesando sobre ellos, a veces no pueden defenderse con la palabra y en el lenguaje musical encuentran otras formas de expresarse y desarrollan estrategias para hacerse escuchar” – expresaba An en la presentación del libro ante el auditorio que seguía atentamente.
“Ellos van buscando el modo en el juego de la música y yo, desde mi posición de terapeuta, las leo, las trato de observar y después se las devuelvo. Lo que tratamos, en forma de conversaciones luego, es llevar eso a la vida cotidiana para superar ciertas trabas y dificultades.
Al referirse al los riesgos destacó que el peor peligro hoy en día para esos chicos es el narcotráfico. Otra dificultad grave es la total desconfianza que hay en los adultos porque la mayoría pasó por muchas instituciones que los defraudaron, donde les prometieron cosas que no se sostuvieron. Manifestando que los chicos siguen sin ser considerados como sujetos de derechos, no se los escucha para saber qué es lo que quieren.
“El Derecho a ser oído. Una propuesta musical para con adolescentes en situación de calle”, analiza los paradigmas legales que van desde la ley de patronato a la ley de protección Integral de niñas, niños y adolescentes y coteja la normativa vigente con la realidad de muchos jóvenes que aún viven con sus derechos vulnerados y cargan con la mirada temerosa o indiferente del resto de la sociedad.
Desde esa perspectiva, el taller de música se presenta como una posibilidad y una esperanza para facilitar la participación, promover la circulación de la palabra y construir nuevas subjetividades en ese grupo de adolescentes.